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No hay en absoluto ningún camino

Una enseñanza de John Crook


Image : John Crook et maître Sheng-yenJohn Crook es uno de los sucesores del maestro zen chino Sheng-yen (1930-2009). Enseña meditación en el seno de la Western Ch'an Fellowship, en Gran Bretaña.

"No hay en absoluto ningún camino" es una enseñanza oral extraída de sus "Sermones a las piedras y a los árboles" dados en el transcurso del verano de 1992.



En el estudio del zen llega un momento que a la vez es chocante y sorprendente, un momento en el que se realiza de forma intuitiva que no hay en absoluto ningún camino.

¡Vaya! ¿Qué es entonces la práctica del zen?

La práctica es realizar que no existe en absoluto ningún camino, y sin embargo continuar avanzando, avanzar más y más en constante devenir.

Escuchaba en la radio un debate sobre el budismo y oía a los contertulios alabar por turnos, cada uno a su manera, la ventajas y los beneficios del budismo. ¡Parecía un club al que valía la pena apuntarse! El principiante se une al club de los budistas, se encuentra una nueva identidad, se convierte en un adherente nuevo, hay alivio en el sentimiento de pertenencia.

En un mundo de soledad los clubs tienen un valor seguro. Sea en una ciudad grande o pequeña, o en el campo, hay todo tipo de razones para crear un club. Mayoritariamente sentimos una cierta necesidad de estar juntos, una inclinación a dirigirnos a un lugar seguro, encontrar un camino para salir del pantano en el cual nuestra sociedad está atascada, un camino para sobrepasar la alienación, la ausencia de calor humano, la criminalidad y la indiferencia, y una explicación que vuelva todo esto más seguro.

Tenemos pues los clubs; las listas de miembros, construimos edificios, elaboramos programas, invitamos a oradores, cortejamos a los reticentes, persuadimos a los incrédulos, rechazamos a aquellos que vienen una vez y no vuelven más. Designamos un secretario, miembros de la administración y del consejo de administracion, nos buscamos consejeros espirituales. Se crea entre nosotros una cierta cosa parecida a un monasterio laico, y comenzamos a inquietarnos a propósito de las adhesiones, del pago de las cuotas o del próximo orador. Rápidamente algunos entre nosotros empiezan a preguntarse si el consejero espiritual de la ciudad que está un poco más lejos no sería mejor para nosotros que el nuestro. Después de todo, ¿qué hace él o ella por nosotros? ¡Ha pasado un año y yo no he cambiado! Una sospecha de división flota en el aire. La democracia y el desorden podrían ser mucho mejores, más modernos, que la fe y la autoridad; y sin embargo, ¿qué es lo que conviene a nuestra época?, ¿Sabemos bastante sobre eso para decidir?

Aun tan benévolos como seamos pensando en el ser, todos los clubs son exclusivos. La psicología social nos enseña que, incluso los grupos más pequeños, descubren adversarios. Si observáis durante media hora un grupo cualquiera, podéis fácilmente crear campos. Perteneciendo a su club, cada uno encuentra una vía particular, un enseñante particular. Ciertamente nuestra práctica es mucho mejor que la de los vecinos, que no hacen más que meditar, rezar, discutir, cantar mantras, tener preocupaciones intelectuales, seguir a un gurú, danzar toda la noche o dormir unos con otros, etc. ¿Porqué si no adherirse a este grupo mejor que a otro? De todos modos yo invierto en el, tiene interés que sea bueno.

Krishnamurti nos ha dicho y repetido que crear instituciones divide. Eso sigue siendo valido para los budistas occidentales, ya sean aparentes o fraudulentos. Nos es difícil salir de nuestra propensión cultural a la competición y al individualismo. Y sin embargo incluso los budistas occidentales no tienen la costumbre de arrojarse piedras unos a otros, sus tiros carecen de precisión. Los cotilleos del dharma constituyen el vehículo secreto de la discordia, de la decepción, de la frustración y de la irritación, cuando uno se cree importante o simplemente cuando uno es puesto en su lugar. Más soy un miembro reconocido del partido, más me convierto en fanático y más mis pensamientos torcidos se convierten en factores de división. Incluso Krishnamurti no ha podido impedir a sus seguidores seguirlo. ¿Si hubiera podido qué habría hecho?

Aquí hay peligros. Al seguir la vía del club, podéis perder completamente el mensaje de Buda. En el momento de morir dijo: "Todas las cosas compuestas desaparecen. Trabajad con diligencia en vuestra propia salvación." No dijo: "¡Fundad Iglesias!" No dijo: "Vestiros con trajes, con alzacuellos, cread jerarquías, manifestad vuestra diferencia. ¡Que se sepa quien detenta la sabiduría y quién no la detenta!" No dijo: "Ir a establecer polémicas con los musulmanes, los cristianos o los marxistas. " Simplemente dijo : "Todas las cosas compuestas desaparecen. Trabajad con diligencia en vuestra propia salvación. ¡Encontrad por vosotros mismos!"

Es fácil crear un camino exterior. Cuando creamos nuestros clubs debemos examinar en nuestro corazón los que nos llega. ¿Cual es la calidad de nuestras relaciones cuando nos reencontramos? ¿Nos aportan alguna cosa que sea beneficiosa para todos? Si tenemos algún mérito; ¿lo trasmitimos a otros? ¿Compartimos? ¿Damos tanto como cogemos? ¿Nos focalizamos sobre los defectos y las rarezas de nuestros enseñantes, o bien llegamos a veces a lograr una visión de conjunto de lo que se esfuerzan en aportarnos? Tan irritante o adorable como pueda ser, un enseñante que ha recibido la trasmisión tiene probablemente alguna cosa que decir que va más allá de las palabras. ¿Podemos atrapar el sentido oculto?

Nosotros, que creamos tan fácilmente clubs, debemos comprender la motivación que nos empuja a actuar de esa manera. Tenemos necesidad de saber, no aquello que podemos recibir, sino lo que podemos dar. ¿Persistimos en permanecer cuando estamos allí, o damos tan solo una pequeña vuelta para ir enseguida a otra parte, allí donde el té es más fuerte o el enseñante más sexy? ¿Cual es nuestro nivel de comprensión de todo esto? Los clubs valen exactamente lo que vale el nivel de consciencia que sus miembros tienen de si mismos?

Es bueno siempre observar lo que pasa en el corazón, situarlo en el centro de zazen y esperar a verlo claramente. No hay ninguna necesidad de precipitarse.

Una tarde de 1986 estaba sobre el camino de montaña que domina el pequeño monasterio de Bo-Lam, sobre la isla de Lantao en Hong Kong. Contemplaba la luna llena que se levantaba sobre las montañas cubiertas de bosques y sobre el océano a lo lejos. Mientras observaba, un monje descendió por el camino, de vuelta de su trabajo. Construía una prolongación de la pista de montaña, piedra a piedra, roca tras roca. Sonriendo señalé con un dedo la luna. El me miró y sacudió dulcemente la cabeza. Tendió la mano al aire, pareció agarrar la luna y, en un mismo movimiento, la colocó en su corazón. Sonrió, yo me incline. Prosiguiendo su camino alzó sus espaldas.

Si se miran las cosas del exterior la única vía consiste en seguir. Coger la luna y colocarla en el corazón es la misma cosa que tomar la atmósfera de una habitación o un templo y colocarla en si mismo y descubrir el carácter único de la presencia del instante. Aspirando el aire, los sonidos y lo sentido, el ambiente del entorno se hace uno con el ser íntimo, el espacio tranquilo donde no hay juicios.

Cuando el espíritu del lugar flota simplemente en el aire, alrededor de vosotros, y os impregnáis profundamente dentro, descubrís que no hay necesidad de moverse. No hay nada particular que conocer. No hay necesidad de conceptualizar. Las cosas son como son. Incluso si, cuando llegua el momento, hay alguna cosa que hacer. En ese momento de reflexión, cuando la cosa está en el corazón, no hay nada que hacer. Simplemente ver la cosa tal como ella es. Puede ser que la veáis como no la habéis visto nunca antes. En un momento es Soho, en otro momento es SOHO, pero ahora es de nuevo Soho. ¿Es Soho quién se ha movido? ¿Puede la bandera mover el viento?

En estos momentos de tranquilidad se alza todo de lo cual tenéis necesidad. Cuando los opuestos se manifiestan, nos dice Dôgen, el espíritu de Buda está perdido. Cuando intentáis crear un budismo en un camino que se encuentra fuera del corazón, ahí también está perdido el espíritu de Buda. Desconfiad de los budistas demasiado atareados o de los que tienen opiniones. Mirad más de cerca. La salvación por el esfuerzo es un asunto interior que no llega más que de forma gradual a las manifestaciones exteriores. Eso se produce naturalmente, sin artificio. No hay nada que podáis hacer. Si os convertís en claros, los otros se darán cuenta. No tenéis nada que proclamar. Tomad los opuestos y colocadlos en vuestro corazón, dejad la luna fundirse y disolverse en el flujo de vuestra sangre. El aire de la tarde entra naturalmente con la respiración. No hay camino y no conoceréis nunca el fin.

Homenaje a los Budas en todos los mundos.
Homenaje a los bodhisattvas en todos los mundos.
Homenaje al Libro de la Gran Sabiduría


Traducción : Roberto Poveda Anadón con la amable autorización de John Crook. Reproducción prohibida.


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