Tomar refugio en los tres tesoros
En todas las tradiciones budistas tomar refugio es el paso inaugural en la vía del despertar. Se trata de un acto de palabra donde se testimonia la confianza en el buda, en el dharma y en el sangha ("los tres tesoros").
En su forma más condensada tomar refugio simplemente consiste en recitar en voz alta : "Tomo refugio en el buda, tomo refugio en el dharma, tomo refugio en el sangha."
El buda evidentemente designa al Buda Shâkyamuni, el dharma todas las enseñanzas y los buenos métodos que dio durante sus cuarenta años de su vida de enseñante, y el sangha la comunidad formada por sus primeros discípulos. En sánscrito buda significa "el despertado", dharma "la ley" y sangha "la asamblea". Cada tradición ha desarrollado su interpretación propia de los tres tesoros.
La toma de refugio sigue una forma ritualizada que varía bastante poco según las escuelas. Generalmente se declara ante un preceptor dos (o tres veces): "Tomo refugio en el buda, tomo refugio en el dharma, tomo refugio en el sangha." Después se concluye con una forma en pasado: "He tomado refugio en el buda, he tomado refugio en el dharma, he tomado refugio en la sangha". Las fórmulas serán de nuevo retomadas y recitadas en los diferentes momentos del camino.
Por su forma declarativa y ritualizada, inscrita en el transcurso de una vida, la toma de refugio se presenta como una ruptura. Es la afirmación de una decisión, la de no refugiarse en las coartadas, las segundas intenciones, las ilusiones y la inconsciencia. Afirma una voluntad de autenticidad en la que el buda, el dharma y el sangha son simultáneamente los testigos las garantías y las manifestaciones. En algunas formulaciones la toma de refugio se realiza en dos movimientos, primero la recitación de la confesión (jap. Sangemon), una estrofa extraída del Sûtra de la guirnalda florida, uno de los grandes textos del Gran Vehículo, donde se reconoce la dimensión ilusoria de los actos pasados, después la toma de refugio propiamente dicha.
Esta estrofa puede traducirse, con una ligera adaptación, como sigue :
Todas las malas acciones que he cometido en el pasado
Proceden de la codicia, la cólera y la estupidez infinitas.
Nacidas del cuerpo, de la boca y de la consciencia,
Las reconozco todas ahora.
Este término de confesión podría malinterpretarse, no se trata de ninguna manera de confesarse ante ninguna autoridad moral. Confesarse expresa aquí la toma de conciencia de los propios extravíos. Tomar refugio se apoya sobre esta consciencia y se acompaña de la voluntad de reorientar la vida. Esta confesión es vivida como un acto inaugural, una manera de renacer a si mismo en un libre movimiento dirigido hacia el futuro. Los tres tesoros se oponen a los "tres venenos"; la codicia, la cólera, la estupidez (o también la avidez, el odio y la ignorancia) que son, en las enseñanzas budistas, los tres motores fundamentales de una existencia dañada y sufriente.
La toma de refugio permite crear un lazo particular y vivo con la enseñanza de Buda, pero esto no implica seguir tal o cual precepto particular, entrar en una relación maestro discípulo ni incluso practicar la meditación. Simplemente se declara simultáneamente la decisión de liberarse de los errores, de las fechorías y, en el mismo movimiento, comprometerse en una vida consciente, responsable y despierta. Tomando refugio se deviene formalmente en un hijo de Buda (según la formulación oriental) o en un budista (según la formulación occidental). Pero ser budista no es ni un estado ni una condición. Somos el acto que realizamos, si actuamos con bondad somos hijo de Buda, si actuamos con maldad somos hijo de Mâra ("El destructor", el demonio que envió a sus hijas a seducir al Buda). A cada instante tenemos esta capacidad de ser una cosa o la otra.
Traducción : Roberto Poveda Anadón. Reproducción prohibida.